A JESÚS, ANTE LA EUCARISTÍA

 

José Ureña Toledo

 

Mientras el mundo con furor guerrea

Y va Satán oscureciendo el día,

Se encuentra oculta  -luminosa tea-

La Eucaristía.

Allí Jesús al pecador aguarda,

Hecho un manjar de celestial blancura;

Sólo le resta que de amores arda

Con su dulzura.

Porque es su amor como de fuego ardiente,

Mucho más dulce que la miel suave,

Y es tan grandioso, que en la humana mente

Jamás él cabe.

¡Oh Eucaristía! Tu valor ignora,

U olvida al menos, la imprudente oveja

Que del rebaño, en tempestad sonora,

Huye y se aleja.

¡Ay, desgraciada! El huracán silbante

La ha de arrastrar al putrefacto cieno;

Oirá los rayos estallar delante

Y el ronco trueno.

¡Pobre ovejita! El corazón de Cristo,

Ved cómo llama para dar perdón,

Llama a la oveja, con amor no visto,

En la Prisión.

Considerando, frente al solo Altar,

Este divino e infinito Amor,

Quise, Jesús, tu Majestad cantar,

yo, pecador.

 

...      ...      ...      ...      ...

 

Eres, mi Dios, el ideal supremo

Que nunca pudo concebir mi mente;

Eres Amor, y a tu Justicia temo,

Fuego Latente.

Es tu hermosura de esplendor y encanto,

Y ella refleja tu eternal sapiencia;

Es ignorancia frente a Ti, Dios Santo,

Toda la Ciencia.

Al más impío con tu voz convences,

Jamás resiste a tus ejemplos nada,

Y al pecador endurecido vences...

Con tu mirada.

Eres Jesús, el singular Tesoro

Que inmensos bienes en su seno encierra,

Y es vil miseria, con sus perlas y oro,

Toda la Tierra.

Tienes, Jesús, misericordia ardiente,

Y te has quedado en prisional Sagrario,

Cual renovando tu pasión doliente

Sobre el Calvario.

Eres Maestro de enseñanzas bellas

Y de palabras con salud y vida;

Sólo aquel alma que siguió tus huellas

No fue perdida.

Eres consuelo cuando el hombre gime

O, desterrado de su patria, llora.

Y en negra noche sepulcral, sublime,

Llama la Aurora.

Das al guerrero valentía y fuerza

Y en las batallas la victoria cedes;

No hay en el mundo quien tu brazo tuerza:

Todo lo puedes.

¡Ay del que busca, sin estar contigo,

Sabiduría y refulgente gloria!...

Irá en tinieblas, llevará consigo...

¡Polvo y escoria!

¡Ay del que va tras el manjar, con gula,

Y otros placeres que producen llanto,

Y en cambio, necio, en su comida anula

Tu cuerpo santo!...

No advierte, ¡pobre!, que tu Cuerpo es Vida,

Que el mundo da los alimentos viles,

Que nuestra carne roerán, podrida,

Sucios reptiles.

Quiero comerte, pues te das entero,

Quiero abrazarte hasta mi negro día,

Quiero tu amor con esperanza, y quiero

Sabiduría.

¡Oh Dios, que moras en la cárcel dura,

Siempre indulgente, por tu gran bondad!

Llena mi alma con la flor más pura

De castidad.

Dame constancia, que atrasar me siento,

Ya que mi nada y poquedad conoces...

Mira arrastrarme, como en brusco viento,

Miles de goces.

Ya ves que marcho a tu Divina Fuente,

Porque no ignoro que tu amor es río,

Y es un manjar que encenderá mi mente...

¡En ti confio!

Eres, ¡oh, si!, el alimento al hombre;

Tu blanca hostia, celestial tesoro;

Por eso nunca, mi Jesús, te asombre

Si me enamoro.

¡No seguiré con mi oración, Dios mío,

Pues no termina tu sin par grandor;

Sólo te pido que mi pecho frío

¡Arda en amor!

 

...      ...      ...      ...      ...

 

 

No digo más; alrededor observo

La abandonada y silenciosa nave;

Yo me arrodillo, como debe un siervo

Que a Dios alabe.

Un dulce rayo de color de rosa

Besa el Sagrario con amor profundo,

Donde el Cordero Enamorado posa,

Lejos del mundo...

 

 

 

Nota del Autor.- Los versos “…Jamás resiste a tus ejemplos nada / Y al pecador endurecido vences… con tu mirada” deben entenderse como una hipérbole. Teológicamente, es sabido que Dios no fuerza la voluntad del hombre ni para hacer el bien ni, obviamente, para hacer el mal.