Muchas almas han sentido en sus vidas penas y aflicciones tan fuertes que han buscado consuelo y no lo han podido encontrar entre amigos o familiares. 

Para las almas que tienen sufrimientos físicos y morales indescriptibles hay un consuelo tan grande como esos mismos sufrimientos y ese consuelo está al alcance de cualquiera. Mirar a Nuestra Madre del Cielo y acogernos al color de su Corazón es un consuelo tal como ningún otro podemos tener.

Sentir en Ella -humana como nosotros-, Madre de nuestras almas y criatura que sufrió en la tierra inconmensurablemente, sentir dentro de nosotros que nos entiende y nos ayuda es algo que hay que vivirlo porque no existen palabras para expresar la paz y la eficacia que supone para nuestras amarguras acudir al Corazón Inmaculado y comprensivo de la Madre de Misericordia.

Aquella a la que llamamos en las letanías del rosario «Consuelo de los afligidos», lo es ciertamente, porque aquella que supo consolar a todo un Dios de sufrimientos infinitos, con mucha más razón sabrá consolar a una criatura si la miramos y se lo pedimos con amor y fe. Haz la prueba y no quedarás defraudado.

La Biblia dice:

Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla,

Hazla según tus fuerzas.

(Eclo. 9,10)

Pequeñas dosis

Es error de muchos apóstoles incluso de muchos movimientos o apostolados, tratar de convertir o llevar a un alma por el camino de la santidad casi a marchas forzadas.

Tan pronto advierten que tiene cierto interés en sus actividades la invitan a toda clase de reuniones, retiros, jornadas, le proporcionan toda clase de libros para que lea: boletines, folletos, trípticos, en fin, la sumen en un estado mental en el cual no sabe cómo reaccionar.

Como resultado de este afán descontrolado que tiene el apóstol por el alma que se ha cruzado en su camino, es que ésta abandone, retroceda o pierda su interés ante la impotencia de no poder asimilar tanto de golpe.

A veces el apóstol se olvida de que la conversión o santidad de un alma es obra exclusivamente del Espíritu Santo y que nosotros no somos más que medios o instrumentos en su labor. Tratamos de hablar, de aconsejar, de hacer tanto y tan seguido que no sólo no colaboramos con la acción del Espíritu Santo, sino que la interceptamos y en muchos casos hasta la abortamos.

Dejemos que Dios haga su parte y dediquémonos nosotros a hacer la nuestra. Un folletito, una charla de vez en cuando vienen bien, pero no atosigar al alma y mucho menos agobiarla tratando de hacerla caminar por la senda espiritual a pasos agigantados y que recorra en poco tiempo lo que a nosotros nos ha costado mucho.

Dejemos que asimile y se empape poquito a poco, que reflexione, dejemos que la gracia de Dios haga efecto en ella. Demos cositas en pequeñas cantidades para que las lea o las viva, pero no intentemos por nada del mundo tratar de que acuda a esto, o a lo otro o que lea varios libros a la vez.

Trabajar en pequeños dosis es tan efectivo como regar un jardín con goteo. No la atosigues pero tampoco la olvides.

La gracia santificante es la participación accidental de la naturaleza misma de Dios (2 Pet,. 1, 4). La gracia santificante cuando se infunde en nuestras almas nos eleva a la dignidad de hijos de Dios y herederos suyos, tal es la grandeza a que nos eleva la gracia santificante.

La gracia es más importante que todas las cosas creadas o que todo lo que hay en la naturaleza, porque nos hace entrar en la esfera de lo divino e increado y es el principio de nuestra vida sobrenatural.

Nuestra filiación divina por la gracia es una filiación adoptiva y no por naturaleza como lo es Jesucristo, pero no por eso deja de ser esto sublime y grande porque el alma se hace partícipe de la misma vida de Dios.

La gracia es el don gratuito que Dios nos da para responder a su llamada, pero la perdemos por el pecado mortal, de ahí la importancia de ir a confesar cuanto antes, - tan pronto hayamos pecado- para recuperar así la gracia santificante y la amistad y filiación con Dios. Por la gracia somos templos vivos de la Santísima Trinidad. (Jn. 14,23).

En el sacramento del Bautismo recibimos la primera infusión de la gracia santificante. la Virgen María fue la única criatura que tuvo la plenitud de la gracia. La que el ángel saludó como la llena de Gracia (le. 1, 28). Tuvo más gracia que todas las almas que han existido, existen y existirán a lo largo de todos los siglos y más que todos los ángeles del cielo juntos. Los sacramentos y la oración nos aumentan la gracia santificante.

GRANDES SANTOS: Santa Luisa de Marillac

Santa Luisa de Marillac nació en Francia en 1591. Perteneció a una familia de la aristocracia y su vida fue como la de una buena mujer de su época. Se casó y tuvo un hijo pero enviudó a los doce años de casada y quiso entonces consagrarse a Dios.

Su director espiritual fue San Vicente de Paúl, quien la animó a que junto con otras señoras de la aristocracia pusieran en marcha un Instituto Religioso dedicado a socorrer a los pobres. Fue así como nacieron las Hijas de la Caridad.

El amor, generosidad y entrega que este grupo tuvo en esta tarea fue tal que pronto floreció este Instituto extendiéndose rápidamente, surgiendo hospitales, orfanatos, escuelas y misiones. Todo era apto para las Hijos de la Caridad. Santa Luisa de Marillac no ahorraba esfuerzo alguno para dedicarse de lleno a los necesitados como lo demostró curando personalmente a los enfermos de la peste en París.

Su vida llena de hechos heroicos impregnados de una inmensa caridad a Cristo, a quien veía en los pobres y necesitados, es digna de ser imitada. Murió en 1 660 y es invocada por todos los que trabajan en el mundo de la sanidad y por los voluntarios que de alguna forma prestan algún tipo de auxilio a los necesitados. Su día se celebra el 15 de Marzo.

Mensaje del Sagrado Corazón

Por medio de mi Corazón, pretendo devolver la vida a

Muchos retirándolos del camino de perdición.

(Jesucristoa Sta. Margarita Mª. Alacoque)

 

FAVORES,, ANECDOTAS Y TESTIMONIOS

(Atribuidos al Sagrado Corazón de Jesús)

 Soy un devoto del Sagrado Corazón y escribo para contar un favor que me ha concedido recientemente con el fin de demostrar a los que leen esta página que el Sagrado Coraz6n es el «Amigo que nunca falla».

Tenía un coche que deseaba vender hacía seis meses y no había forma de venderlo. Se lo dejé a mi suegro para ver si él tenía más mano, pero no salía la ocasión. Lo volví a tener en mis manos y a las tres semanas de tenerlo de nuevo conmigo un día me encomendé al Sagrado Corazón de Jesús pidiéndole que interviniera Él en este asunto. Se diría que el Corazón de Jesús estaba esperando mi petición porque salí a dar una vuelta y vi a un señor que lo estaba mirando y se interesaba por él y preguntó por mis datos. Pasó una semana y como el coche no se había vendido todavía volví a encomendarme de nuevo al Sagrado Corazón, esta vez lo hice con más confianza, pues bien, ese mismo día fueron tres señores en diferentes horarios a interesase por el coche y uno de ellos se lo quedó.

Prometí al Sagrado Corazón publicar este favor y por eso lo hago para que las personas que tiene cualquier clase de problema no dejen de creer en la confianza en Él y dejen que reine en sus corazones. «El Sagrado Corazón salva al mundo entero». (J. LL. La Carolina - (Jaén).

PUNTO PARA LA REFLEXIÓN

Es indignante que personas que tienen amor a Jesucristo, personas que además siguen sus pasos, sean luego cobardes a la hora de defenderlo cuando oyen hablar mal de Él. No se atreven a oponerse a esas otras personas por respetos humanos, por miedo a hacer el ridículo o por otras razones. Se callan ante la opinión o criterios de gente que no tienen ni idea -en la mayoría de los casos- de lo que hablan y que demuestran bien a las claras el desconocimiento o deformación que tienen del Evangelio y de la vida y obras de Jesús.

Siempre vamos a tener gente que no esté de acuerdo con la Palabra del Señor y su forma de actuar -incluso entre nuestra familia- pero ¡qué menos! que lo defendamos como podamos y confesemos abiertamente nuestra fe y amor hacia Él no callándonos, porque... quien calla otorga. Jesús lo espera todo de sus amigos.

Para esas personas que no tienen el valor de dar la cara por Jesucristo a pesar de creer en Él, damos este punto para la reflexión que el mismo Salvador nos enseñó:

Al que me reconozca ante los hombres, Yo lo reconoceré delante de mi Padre que está en los Cielos; y al que me niegue ante los hombres, Yo también lo negará delante de mí Padre que está en los Cielos. (Mt. 10, 32-33).

 

PENSAMIENTOS

Debemos poner nuestro empeño y siempre luchar por aniquilar el «yo». (Carmen Méndez)

Enamorarse de Jesús. Dejarle hacer y corresponderle (Carmen Méndez)

Hemos sido creados para amar,, hacer reverencias y servir a Dios. (Carmen Méndez)

La bondad es un don espiritual de belleza sin igual. (Poquita Pereira)